
Mi historia: De vivir apagada a acompañar a otras mujeres a reconectar con su verdad
Durante muchos años estuve en una relación que, desde fuera, parecía adecuada. No había grandes problemas, mi pareja era (y es) una buena persona, y sin embargo, yo no me sentía viva. Había una sensación de desconexión, una incomodidad suave pero persistente. Estaba desconectada de mí y de mis necesidades. Una voz interna, al principio susurrante, empezó a hacerse cada vez más fuerte: “esto no es lo que quieres”.
La culpa me frenaba. Pensaba que no tenía derecho a sentirme así, que quizá el problema era mío, que debía conformarme. Me asustaba hacerle daño, equivocarme, tener que empezar de nuevo… Intenté adaptarme, cambiar, incluso irme de la relación… pero no lograba sostener ni lo que me pasaba ni mis decisiones.
Todo se tambaleó cuando falleció mi madre. Su ausencia me enfrentó de golpe con una pregunta que no pude seguir esquivando:
«Amparo, ¿estás viviendo la vida que realmente quieres vivir?»
Esa pregunta lo cambió todo. Me animé a mirar de frente, a reconocer mi verdad, aunque fuera incómoda. Y con el tiempo, esa verdad me llevó a tomar decisiones más honestas conmigo misma, y también con él. Me sumergí en un proceso profundo de autoconocimiento, de cuidado, de reconstrucción.

Hoy vivo desde un lugar más auténtico. Soy más yo. Estoy en una relación bonita y elegida, pero sobre todo, estoy conmigo: con mi deseo, con mis límites, con mi voz.
Y desde ahí acompaño a mujeres que se encuentran en esa misma situación; en ese cruce de caminos, con dudas, miedos, preguntas sin resolver.

Mi propósito no es decirte qué hacer, sino acompañarte a descubrir tu verdad.
A veces esa verdad te lleva a dejar una relación. A veces, a quedarte desde otro lugar. Lo importante es que la decisión venga de ti, no del miedo, la culpa o el deber.
Estoy aquí para caminar a tu lado con cuidado, sin juicios, con respeto profundo por tu proceso.